Por Eduard Victoria Gelabert.
Quién iba a imaginar que Donald Trump, tantas veces criticado por su retórica agresiva, ha estado evitando guerras, reduciendo tensiones y salvando vidas. Incluso, algunos lo están considerando como candidato legítimo al Premio Nobel de la Paz.
El 18 de junio de 2025, Ruanda y la República Democrática del Congo, dos naciones marcadas por décadas de masacres y desplazamiento, firmaron en Washington un entendimiento para iniciar un proceso de paz. Mientras los organismos multilaterales, cada día mas desprestigiados e infuncionales, se mantenían solo observando, Trump actuó y logró sentarlos a dialogar.
En Asia, evitó una confrontación directa entre dos potencias nucleares: India y Pakistán. Las escaramuzas militares ya se estaban intensificando, pero la intervención oportuna de Trump detuvo la espiral bélica. Pocas cosas son más valiosas que evitar una guerra entre países con armas atómicas.
También facilitó un alto al fuego en Gaza entre Israel y Hamas. Mediante una combinación de negociaciones secretas, presión diplomática y amenazas públicas, logró la liberación de decenas de rehenes. Aunque aún quedan cautivos, se abrió una vía de diálogo en uno de los conflictos más persistente del planeta.
En la guerra entre Rusia y Ucrania, el presidente de los EE.UU, ha realizado esfuerzos significativos para lograr un alto al fuego permanente. No se ha conseguido aún, es cierto, pero no por falta de voluntad de su parte, sino por la obcecación de Putin y de sectores internacionales que, aunque no lo admitan, se benefician del conflicto. No hay peor enemigo de la paz que quienes lucran con la guerra.
El pasado 22 de junio, Trump recurrió a una acción de fuerza quirúrgica: la operación " Martillo de Medianoche". El ataque a las plantas nucleares iraníes. Una jugada arriesgada, sí, (se la jugó), pero necesaria. Logró frenar las aspiraciones atómicas del régimen de los Ayatolás sin desencadenar un conflicto global. El mensaje fue claro: ni Rusia ni China están dispuestos a respaldar aventuras nucleares que comprometan la estabilidad mundial. Irán, simplemente, quedó solo. Al darse cuenta de ello, de que no tiene fortaleza ni aliados, no tuvo otra alternativa que llegar a un alto al fuego con Israel.
Mientras Barack Obama recibió el Nobel de la Paz sin haber logrado nada, Trump ha producido hechos que hablan por sí solos. Nos puede gustar o no su estilo, pero la paz, hoy, exige más que buenas intenciones. Exige decisiones firmes. Y Trump, nos guste o no, las ha tomado.
" No basta con hablar de paz. Uno tiene que creer en ella y trabajar para conseguirla". Eleanor Roosevelt