Sentir somnolencia cuando llega la hora de comer o después de hacerlo es bastante común. Es lo que coloquialmente llamamos modorra ¿Por qué nos ocurre?
La modorra o somnolencia postprandial provoca que estemos más cansados y queramos dormir, una sensación que generalmente suele aparecer durante y después de comer, cuando los niveles de energía de nuestro cuerpo disminuyen.
El pasado viernes l 17 de marzo, se celebró Día Mundial del Sueño, EFE Salud habló con la doctora Ainhoa Álvarez, neurofisióloga y coordinadora del grupo de trabajo de Insomnio de la Sociedad Española del Sueño (SES), para conocer por qué nos sentimos así.
¿Tiene que ver con lo que hemos comido?
Si bien la modorra nos suele entrar después de comer, no siempre tiene por qué estar relacionada con la comida que hemos ingerido.
Según explica la doctora Álvarez, nuestro cuerpo está programado para descansar sobre esa hora, que normalmente suele coincidir con la hora de la comida, sobre las dos de la tarde.
“Se producen alteraciones en las sustancias del cerebro en las que tenemos más facilidad para dormir, independientemente de si hemos comido o no”, explica.
Algunos alimentos pueden influir en la modorra
Sin embargo, sí que hay ciertos alimentos que pueden influir y provocar una mayor sensación de somnolencia, como en el caso del alcohol y las grasas, ya que ocasionan que la digestión sea más pesada.
Por otra parte, la nutricionista Itxaso Erasun Gorostidi de Glucovibes (plataforma que monitoriza los niveles de glucosa en sangre), incide en este aspecto, señalando que no con todos los alimentos actúa igual nuestro cuerpo.
“Con las comidas altas en hidratos de carbono y grasas como paellas, risottos, lasañas, pastas…nuestro organismo se siente más decaído y entra en un estado de modorra”, puntualiza la nutricionista.
En esta misma línea, precisa que las comidas equilibradas en macronutrientes o ricas en proteínas como pescados, carnes al horno o a la plancha con vegetales y tubérculos disminuyen la sensación de modorra.
Si hay siesta que sea corta
“Nuestro organismo está programado para estar despierto durante el día y dormir por la noche, pero justo a esa hora tenemos un pequeño pico para dormirnos, por eso la siesta es tan fisiológica”, aclara la neurofisióloga Ainhoa Álvarez.
Reconoce que es muy normal que nos sintamos más cansados sobre esa hora y con más predisposición a dormir, por lo que debemos hacer caso a nuestro cuerpo, algo en lo que también coincide la nutricionista.
De esta manera, recomiendan echarse la siesta siempre y cuando sea corta, sin sobrepasar los treinta minutos, lo que nos va a ayudar a descansar al cuerpo y despertarnos con más energía para sobrellevar la tarde.
¿La edad influye?
Ambas especialistas coinciden en que en principio la edad no es algo que influya, si no que va a depender más de cómo es cada persona y de su metabolismo.
“Hay gente que necesita dormir la siesta al menos diez minutos para ser persona y otra que no le hace falta”, comenta la experta del sueño.
¿Qué podemos hacer para evitar la modorra?
De cara a intentar lidiar con la sensación de modorra, la especialista de la SES aconseja:
Comer más ligero, evitar la ingesta de comidas copiosas.
Agendar la siesta, intentando buscarle un hueco. “No hace falta ponerte el pijama y meterte en la cama dos horas, con cerrar los ojos cinco minutos nos puede valer”, comenta.
Tomar café o té, ya que la cafeína va a contrarrestar esa presión de sueño. Sin embargo, no se recomienda más tarde de las cuatro de la tarde, ya que puede influir en la higiene del sueño nocturno.