El teatro dominicano pierde a uno de sus más incansables creadores.
El dramaturgo, director, actor y productor de teatro Franklin Domínguez, falleció ayer a los 94 años, tras varias semanas en delicado estado de salud.
Brillante recorrido
Doctor en derecho, licenciado en filosofía, periodista, publicista y político, el maestro Franklin Domínguez se paseó con esmero y carácter en todas las disciplinas mencionadas, pero fue por el arte y el teatro dominicano por lo que vivió.
Nacido el 5 de junio de 1931 en Santiago de los Caballeros, estudió actuación en el Teatro Escuela Nacional (actual Escuela Nacional de Arte Dramático).
Desde entonces dedicó su existencia a las tablas.
Dirigió en tres ocasiones la Dirección General de Bellas Artes, estuvo al frente de la Compañía Nacional de Teatro de la República Dominicana y fue miembro de la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos de París.
Sus aportes a la cultura dominicana están presentes en la cantidad de artistas que formó, entre ellos a Nuryn Sanlley, Karina Noble, Carlota Carretero, Fifi Almonte, Pepito Guerra, Salvador Pérez Martínez y Raeldo López.
Autor de más de 70 obras teatrales, de las cuales más de 45 fueron representadas dentro y fuera del país, su dramaturgia trascendió fronteras y fue traducida a idiomas como francés, alemán, inglés, portugués, flamenco, papiamento e incluso chino.
Entre sus títulos más emblemáticos figuran Lisístrata odia la política, Omar y los demás, Duarte: fundador de una República, Solano -considerada la primera comedia musical dominicana- y la célebre sátira política Se busca un hombre honesto.
Sus piezas Cuando los héroes quedaron solos y Duarte entre los niños lograron récords de asistencia en el Teatro Nacional.
Fue precisamente por Omar y los demás que en 1983 recibió el Primer Premio en el Certamen Internacional de Dramaturgos Diego Fabbri en Palermo, Italia, y el Premio Soberano a mejor obra de teatro en 2021.
Reconocimientos
Su talento fue premiado con tres galardones de la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York (ACE), el codiciado Gran Dorado como artista del año en 1979, y el Premio Nacional de Literatura 2003, otorgado por la Fundación Corripio y la Secretaría de Cultura. Además obtuvo siete veces el Premio Nacional de Teatro.
En 2019 fue homenajeado con el Premio Soberano a las Artes Escénicas, reconocimiento reservado a las grandes figuras del arte dominicano.
Pero su aporte no se limitó al escenario. Presidió la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos de la República Dominicana, la Asociación Dominicana de Actores de Teatro y la Unión Pro-Teatro, además de ser miembro adherente de la sociedad de París.
También incursionó en el cine con La silla (1963), considerada la primera película dominicana de largometraje, una crítica al régimen de Trujillo que inspiró el nombre de los actuales Premios La Silla.
Escribió el libreto de la ópera dominicana Anacaona, con música del maestro italiano Adriano de la Rosa, y dejó una gran huella en el teatro infantil con títulos premiados como Las aventuras de Chachalaca y Pelón, La niña que quería ser princesa, Los papás no hacen milagros y Aita en busca de la bondad.
Pesar en el arte
Merecedor de los más altos reconocimientos de las letras y el teatro dominicano ha sido despedido con respeto y admiración por diversas instituciones del arte y la cultura.
La Dirección General de Bellas Artes lo definió como un "maestro que deja una herencia invaluable", mientras que el Ministerio de Cultura lo calificó de "figura emblemática de las artes". Adopae resaltó su legado como pionero del cine y sembrador del teatro, y Acroarte lo recordó como "una leyenda viva".
- Domínguez fue un defensor incansable del arte y un formador de generaciones, un pilar de la dramaturgia dominicana y latinoamericana y su legado seguirá vivo en cada escenario del país.