El caos que reina en la nación hermana nos afecta profundamente y nos exige un alto precio. Su situación de ingobernanza nos podría arrastrar a una espiral de problemas y dificultades que amenazan nuestra estabilidad.
Ante este problema, que es también un desafío y una amenaza, no podemos darnos el lujo de estar divididos.
No se puede ser indiferentes al sufrimiento del pueblo haitiano, ni tampoco ser ingenuos ante las intenciones de algunos sectores que nunca han visto con buenos ojos la existencia de dos naciones en esta pequeña isla.
Es necesario dejar atrás las mezquindades políticas, ideológicas y partidarias. Ante los grandes problemas nacionales, es seguro que hay más cosas que nos unen que las que nos dividen. Tanto la oposición como el gobierno deben trabajar en lo que los mantiene más unidos: el amor por la patria, el respeto a la Constitución y la defensa de nuestros intereses.
Hay medidas que a veces resultan odiosas y muchas veces dolorosas a algunos sectores económicos y sociales, como por ejemplo: el cierre de la frontera. Varios comerciantes de las provincias fronterizas han sido afectados por esta situación.
Es importante entender que las decisiones importantes que se toman en beneficio del interés nacional pueden tener consecuencias negativas para algunos individuos o grupos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el interés nacional es un objetivo común que beneficia a toda la sociedad y no solo a un grupo en particular. Por lo tanto, es importante apoyar estas decisiones y trabajar juntos para minimizar cualquier impacto negativo que puedan tener.
Es fundamental que la sociedad dominicana demuestre su unidad y su apoyo a las decisiones, que con respecto a la situación haitiana, ha estado tomando el presidente de la República. Que siempre ha buscado el diálogo y la cooperación con Haití, sin renunciar a nuestros principios y valores.