Por: Edward Victoria
El debate entre Donald Trump y Kamala Harris reveló cómo los medios de comunicación dominantes, en su intento de confrontar al expresidente, podrían terminar impulsándolo nuevamente al poder.
La naturaleza humana, por su propia inclinación, tiende a simpatizar con las víctimas, y en esta ocasión, los moderadores del debate jugaron un papel crucial en tratar de poner "contra las cuerdas" al republicano.
Durante el debate, se observó un sesgo constante contra el exmandatario, cortándole algunas veces su exposición. Los conductores llegaron incluso a desmentir varias de sus afirmaciones, rompiendo con la imparcialidad que se espera de quienes moderan este tipo de encuentros.
La Sra. Kamala Harris hizo declaraciones que no estaban respaldadas por la verdad, como de que el desempleo en los años de Trump en la presidencia estaba mas elevado que ahora, (las estadísticas oficiales indican que eso es falso), pero los conductores no intervinieron para refutarla.
Las preguntas dirigidas a Trump eran, en muchas ocasiones, diseñadas para arrinconarlo, exigiendo respuestas categóricas de "sí o no". Algo más propio de un interrogatorio judicial que de un debate abierto.
Su labor debería haber sido simplemente guiar el debate, dejando que la candidata Demócrata rebatiera los argumentos de su rival. Sin embargo, asumieron un rol más activo que, a ojos de muchos, fue percibido como "un match de un 3 contra 1″.
Esto plantea un desafío crucial para la aspirante del Partido oficial. Si bien es fundamental atacar las políticas y el historial de Trump, hacerlo en un entorno donde los moderadores no parecen actuar con la misma severidad hacia ambos lados, puede jugar en contra de su propia campaña.
La vicepresidenta corre el riesgo de ser vista no como una líder firme, sino como parte de una maquinaria que busca aplastar a su oponente de manera desleal. Una percepción que, en este contexto, podría costarle votos esenciales.
Si la percepción pública considera a Donald Trump como una víctima de los medios, esto podría influir positivamente en su imagen, otorgándole a éste una ventaja, y por vía de consecuencia, el poder.